Habíamos acordado encontrarnos, como casi todas las semanas, en la barra del Hobby Center, en la calle 57 arriba de la Caracas.

Estaríamos los mismos seis compañeros habituales y seguramente iríamos a hacer lo de siempre: tomarnos unos tragos del tradicional submarino, que es verter la cerveza en vaso, introducir una copita llena de aguardiente hasta que llegue al fondo y tomárselos en el menor tiempo posible.

También subiríamos a la pista de Mini carros a disputar interesantísimas carreras, como si estuviésemos en las pistas de la mismísima fórmula uno.

En la noche y cuando los submarinos habían hecho efecto, programamos irnos al Café Internacional, en la Caracas con 58, local que siempre mantuvo su típica clientela, aunque ya veíamos personas entre 55 y 70 años. Seguramente, viejitos jubilados como lo seríamos nosotros años más tarde.

Allí jugábamos pool y algunas manos del billar tradicional al calor de algunas cervezas. Otros bailaban al ritmo de Pastor López, hasta cuando llegaba el momento de salir, para terminar con un hirviente caldo de menudencias que nos servía un diligente y cómplice mesero, en el Restaurante y Asadero Las Colonias que estaba allí en la esquina de la 58 y que nos devolvía a la vida a fuerza de los incesantes quemones que nos producía aquel manjar.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.
ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO