En 1947 en una esquina de la calle 54 con carrera séptima, Isidro Pinzón, empezó a vender los panes que amasaba en su casa y cocinaba en un pequeño horno. Después de casi 60 años, muchas cosas en Chapinero han cambiado, pero "Pan Fino" continúa en la misma esquina. No se si Isidro está aún allí.

Igual suerte corrió el "Liceo San Jorge", el de la señora Carlina y en donde muchos de nosotros o de nuestros hijos aprendieron al compás de un regaño bien ganado. Únicamente ha cambiado la calle, que ahora está mejor pavimentada y con notables andenes. Espero que la cafetería que estaba mucho mas abajo, llegando a la carrera trece, exista todavía.

No está un local de la Caracas con cincuenta y ocho donde aprendimos a jugar bolos. Allá en el último piso, al que llegábamos con la lengua afuera y respirando entrecortadamente, donde nos citábamos cada semana para disputar unas interesantísimas líneas. El salón grande como una plaza y largo como un túnel, terminó siendo reservado para los pocos que aún conservábamos la fiebre del juego. Los modernismos electrónicos terminaron por desplazar a los tradicionales muchachos que, parados detrás de las canchas y a los que solo les vemos los pies, nos devolvían constantemente los pines.

La inauguración de "La 63", donde además había una excelente pista para patinaje con todos sus últimos adelantos, terminó por llevarse bastante clientela.

En materia de movimientos religiosas, nuestras actividades siempre transcurrieron entre largas jornadas dominicales, repartidas escrupulosamente en las Iglesias del Divino Salvador, Nuestra Señora de Chiquinquirá, Nuestra Señora de Lourdes y, ocasionalmente cuando estábamos muy desprogramados, bajábamos hasta la Iglesia de Santa Marta, muy cerca de Sears, zona desconocida por nosotros. Todas ellas para fortuna nuestra, no han desaparecido.

Almacenes de antes como el "Daniels", el almacén fino de Bogotá,  en la carrera trece con calle cincuenta y siete o el "A' Pamp" en la calle sesenta y dos, han cambiado mientras los tradicionales como "El Tía", siempre en la calle cincuenta y ocho y "La Castreña", sobre la carrera trece, venden sus mercancías de siempre.

Otras negocios como las discotecas, entre ellas "Las Catacumbas", administrada por Pepe, pero que es diferente a la que quedaba en los bajos del teatro Radio City o la "Onírica", se han esfumado y más adelante, también lo hará el Cream Helado "Aquarius", el de la calle cincuenta y nueve.

Si. Definitivamente, muchas cosas en Chapinero han cambiado.

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